Esta semana volvía a saltar la alarma. En Nueva Zelanda, dónde se está llevando a cabo la producción de la película ‘The Hobbit‘, varios granjeros han denunciado la muerte de hasta 27 animales por encontrarse encerrados en una granja con desniveles, zanjas y otras trampas.

La American Humane Association, -que supervisa el trato que se le da a los animales en filmes, pero que a la vez ha sido criticada en varias ocasiones por entidades de defensa animal tan importantes como PETA (ver artículo sobre este caso)-, dijo que ningún animal había sido maltratado en esta película. Pero también afirmó que las quejas de los granjeros no atañen a su supervisión, que se hace en los sets de rodaje, no en los lugares dónde los animales son entrenados o dónde viven.

Ante la denuncia por las 27 muertes, el director de la película envió una carta a los medios (que podéis leer íntegra en inglés) donde viene a decir que no murieron 27 animales y que las quejas provienen de granjeros despedidos por la película.

4 de estos granjeros afirmaron a Associated Press que ellos adviertieron a la película que la granja donde se alojaron los animales no era apta, especialmente para caballos, por sus irregularidades en el terreno: escarpados, zanjas, hoyos… Pero los productores de la película siguieron adelante con la idea. Por este motivo se decidieron a airear el asunto, para que en un futuro esto no ocurra. Esta idea concuerda con la afirmación de otro portavoz de la película, que si admitió que habían muerto caballos, cabras, gallinas y una oveja, pero afirmó que algunas de estas muertes fueron de causa natural.

Sea como fuere, sean 27 o menos, lo que está claro es que usar animales como actores suele tener consecuencias – siempre para los animales-. Y que la supervisión en el set de rodaje de una película no es suficiente.
Si queréis leer el artículo entero podéis consultarlo en el Huffington Post.