¿Por qué sufren los animales salvajes al ser utilizados? Preguntas y respuestas que debes conocer:
La mayoría de los animales salvajes utilizados en publicidad, cine y TV han nacido en cautividad, pero en algunos casos, sobretodo en elefantes, éstos han sido capturados de su estado salvaje.
Muchos animales provienen de circos, zoológicos o colecciones particulares que se sacan un “sobresueldo” alquilándolos. A la vez, últimamente han proliferado las empresas dedicadas al entrenamiento y alquiler de animales para filmaciones. Algunas de éstas tienen denuncias por falta de licencia o por maltrato a los animales.
En ocasiones estos animales suelen vivir en pésimas condiciones como es el caso de Nico o Sara, dos chimpancés que vivían en jaulas donde apenas podían darse la vuelta o Tarzán y Loti, mantenidos dentro del remolque de un camión.
Las duras condiciones tanto ambientales como psicológicas pueden causar traumas y problemas psicológicos tan graves que les marcan para el resto de sus vidas.
Todos los animales salvajes, ya sea nacidos en libertad o en cautividad, tienen una serie de necesidades biológicas y sociales que deben ser satisfechas para garantizar un mínimo bienestar.
Aunque hayan nacido en cautividad, los animales salvajes no se acostumbrarán jamás a vivir encerrados en espacios reducidos y sin un enriquecimiento ambiental suficiente o apropiado para su especie.
El conflicto entre sus instintos naturales y la realidad a la que son forzados a vivir les lleva a realizar comportamientos impropios de su especie como estereotipias que son comportamientos repetidos de forma obsesiva y que indican una falta de adaptación a su entorno – en otras palabras, enloquecen.
La domesticación es un proceso en que durante cientos de generaciones interactuando con, y siendo seleccionados por los humanos, algunas especies de animales han adquirido ciertos caracteres morfológicos, fisiológicos o de comportamiento que benefician a los humanos. En animales salvajes cómo osos, grandes felinos o elefantes, no han pasado suficientes generaciones en cautividad como para haber perdido, por ejemplo, el miedo a los humanos, y su mera presencia les angustia.
Para que los entrenadores puedan “hacérselos más suyos”, es practica habitual separarlos de sus madres a muy temprana edad y criarlos a biberón para intentar que hagan la impronta con su propietario en vez de con sus madres reales y así les obedezcan- aunque cuando llegan a la madurez sexual estos animales suelen tornarse agresivos incluso con las personas que los han cuidado desde pequeños.
Además, si estuvieran domesticados, no sería necesario sedarlos, extirparles las garras, precintarles la boca o cortarles los colmillos como se hace a menudo con algunos animales salvajes. La desungulación es habitual para facilitar el manejo de grandes felinos y para reducir los riesgos para las personas. Esta práctica brutal y dolorosa consiste en cortarles la tercera falange de cada dedo hasta la articulación, amputando también hueso, nervios, ligamentos y tendones.
El dolor puede ser atroz y crónico para los animales por daños al nervio radial o a las almohadillas y la modificación de su pie puede llevar a anormalidades en su movilidad, problemas de espalda y de articulaciones. Esta extirpación puede incluso afectar la personalidad de los animales, ya sea tornándolos más apáticos como más nerviosos, asustadizos y, por tanto, agresivos. Algunos pasan a defenderse entonces con los colmillos (que también es común arrancar o lijárselos)
También para evitar ataques, es común sedar a los animales. Para que no sea tan obvio que el animal ha sido tranquilizado, y para que pose, en ocasiones se les echa agua a la cara o se les provoca con trozos de carne.
Conseguir que un animal actúe como un humano desea es un proceso largo que se realiza a puerta cerrada: lo que pasa dentro queda entre el entrenador y el animal.
La base de cualquier entrenamiento de un animal salvaje, ya sea para circos como para publicidad, tv, etc. es la de mantener a los animales en un estado constante de sumisión y miedo ante la dominancia de su entrenador. Los métodos para conseguir esto suelen implicar la violencia física acompañada de la verbal.
En el caso de los chimpancés, por ejemplo, el entreno empieza de forma paulatina a partir del primer año de vida del animal y según va creciendo, se le exigen trucos más complejos que van a requerir mayor concentración por parte del animal. El entrenador no duda en utilizar los métodos que estén en su mano para conseguir el máximo de disciplina. En el caso de los chimpancés, éstos tienen una vida artística que termina aproximadamente a los seis años de edad, porque a partir de entonces ya tienen más fuerza que cualquier hombre, y al ser indomables, pasan a ser descartados.
La ex_trabajadora de una empresa de alquiler de primates relata en este escalofriante artículo la brutalidad del trato diario de los animales.
Los humanos tendemos a antropomorfizar a los animales, a atribuirles características que nos son propias a nosotros, pero no a ellos. Sin embargo, los registros que nos pueden parecer sonrisas o gestos de felicidad, puede que no tengan ningún significado para ellos, que vayan en contra de su lenguaje corporal o social o que incluso, en su “repertorio” sean muecas de miedo.
¿Sabías que la típica risita de chimpancé a la que estamos tan acostumbrados a ver en pantalla es para ellos una mueca de pánico?
Estos animales pueden vivir en un estado constante de estrés y de miedo y tratar de protegerse de las personas mostrándose agresivos. Hay numerosos casos de ataques de los animales hacia sus cuidadores -que tanto prodigan su amor por ellos. Por ejemplo el de un oso que mató a su entrenador. Por ello es frecuente arrancar las garras o los colmillos a animales que puedan causar daños con ellos.
Algunas de las especies, como la mayoría de primates, son altamente sociales y necesitan la compañía de otros de su especie, pero es usual que se les obligue a vivir en soledad. Y este mero aislamiento ya puede considerarse un maltrato, en este caso psicológico.
Cuando ya no son rentables, su vida se vuelve, si cabe, más miserable. Muchos de ellos son recluidos en jaulas y utilizados para la reproducción, perpetuando el uso y maltrato animal, o vendidos a zoológicos u otros centros.
La falta de control de los animales salvajes en cautividad por parte de la administración pública hace que se desconozca cuántos animales y de qué especie son utilizados para el entertaintment. Y todavía más difícil saber qué ocurre con ellos cuando son “jubilados”.
Animales que han servido de reclamo para grandes empresas y multinacionales han terminado sus días recluidos en pequeñas jaulas durante años. Y en el mejor de los casos, han sido rescatados por asociaciones, fundaciones, santuarios y centros de rescate privados.
Pero son muy pocos los centros de rescate que actualmente hay en nuestro país; muy pocas plazas que ofrecer a estos animales; y muy escasas las ayudas económicas -prácticamente de capital privado. Y en cambio, muy alta la demanda. Y la realidad legal es que muchos de estos animales, al ser rescatados pasan a ser propiedad del gobierno: es éste quién debería hacerse cargo de ellos.
El diario 20 minutos ilustró claramente en un artículo el destino de estos animales