Hoy os proponemos otros dos extractos del libro “The Lady and her tiger” de Pat Derby, ex entrenadora de animales salvajes para el cine y la publicidad y que acabó convirtiéndose en la mayor detractora de este negocio.
Si aún pensáis que los animales empleados en este sector viven una vida digna, por favor seguid leyendo…
“…Honey la tigresa era un buen ejemplo de las que eran mis preocupaciones diarias. Honey sufría de raquitismo renal, algo muy común entre los grandes felinos criados en cautividad: debido a esta condición el pasaje anal no se desarrolla del todo y el animal sufre bloqueos muy dolorosos cuando se le dan de comer cosas como cabezas de pollo. Me ocupaba personalmente de la dieta de Honey, asegurándome de que hubiese siempre abundante cantidad de aceite en su comida y que se le proporcionara solo lo que su intestino podía soportar. Al final, Honey fue vendida a un pequeño circo con animales donde se la empezó a alimentar con cabezas de pollo como todos los demás carnívoros y donde al final murió de esto. Honey y su hermana Princess eran las estrellas de la película Disney “Tiger Walks”(1964)….”
“….Habían dos pumas en los Universal Studios para el rodaje de una serie Western. Conocía y amaba a ambos felinos: un noble y mayor macho que había sufrido de raquitismo cuando era un cachorro y una hermosa y dulce hembra que tenía que actuar como su doble. La escena requería que uno de los pumas corriera entre las rocas y saltara desde encima de un muro. Había cuatro entrenadores, incluido Ted, y todos llevaban una pistola de CO2. Pusieron al puma macho encima de una roca y luego todos empezaron a gritar como locos y a estallar los cartuchos de CO2 de manera que el animal empezara a correr aterrorizado. Si corría en la dirección equivocada lo asustaban haciendo aún más ruido. Y tuvieron que hacer esto varias veces ya que el puma, completamente desconcertado, se equivocó de dirección en más de una ocasión. Siguieron así durante mucho tiempo hasta que el animal acabó tan exhausto que ya no fue posible conseguir que se moviera, se hiciera lo que se hiciera. Así que lo pusieron en una jaula y volvieron a empezar con la hembra.
Cuando me fui del estudio no se había podido sacar ninguna toma decente y ambos pumas estaban totalmente histéricos. […..] “Lo sé – me dijo Ted varias veces esa noche – Pat, lo sé, a mí tampoco me gusta. Pero es un negocio, tenemos que llevar a cabo el trabajo. Por lo menos no les pegamos, como hacen otros entrenadores y otros sitios. Lo hacemos lo mejor que podemos. […] Los animales salvajes no son perros y gatos – no les puedes enseñar trucos ni hacerles entender qué es lo que quieres. Y esto lo sabes”.