Leones qué duermen en la cama de sus entrenadores, guepardos que se dejan peinar con cepillos, y chimpancés que se toman el té sentados en la mesa. Cuando hemos visto este vídeo, en seguida nos ha venido a la mente la imagen que todo entrenador de animales salvajes quiere vender al público y a las empresas: la de animales perfectamente felices y que se lo pasan la mar de bien actuando e interactuando con los seres humanos.
Efectivamente, este vídeo fue grabado en las instalaciones de “Mary Chipperfield Promotions”, la que fue en Inglaterra, una de las más importantes empresas de alquiler de animales para publicidad, cinema, televisión y circos hasta finales de los ’90. La entrenadora del vídeo, es la mismísima Mary Chipperfield, cuyos animales protagonizaron famosas películas como “The Moon Spinners” (1964), “Doctor Dolittle” (1967), “El Circo de los Vampiros” (1972) y “101 Dalmatas” (1996).
Y que también fue condenada en 1999 por 13 cargos de maltrato hacia los animales.
Pero…¿qué pasó? ¿Estamos hablando de la misma mujer que en el vídeo está dando besitos a sus animales? Si, justo ella. Y lo que pasó entre la grabación de ese vídeo y la condena en 1999 (que llevó al cierre de la empresa), es una investigación por parte de ADI (Animal Defenders International), organización británica de defensa de los animales, que entre 1997 y 1998 logró infiltrarse en diferentes circos, grabando los terribles abusos que allí padecían los animales, y terminó su investigación incubierta justo en las instalaciones de Mary Chipperfield.
Allí, las cámaras de ADI grabaron todo tipo de maltrato: entrenadores tirando piedras a los leones, golpeando a un tigre en la cara con palos de metal, dándole patadas a un camello que no puede levantarse, y pegando tan fuerte a un elefante en sus zonas más sensibles, que la barra de metal que uno de ellos utiliza acaba doblándose. Hay un vídeo estremecedor de la misma Mary gritando, pateando y pegando con un palo a una cría de chimpancé, Trudy: tan graves resultaron ser los abusos a daño de este animal que se logró confiscarlo a su “entrenadora” y trasladarlo a un centro de rescate local.
¿Una imagen bastante diferente de la que nos quería vender la empresa, verdad?
Tener pruebas de los maltratos que padecen los “animales actores” es muy complicado, así como es fácil, para las empresas que los alquilan, distorsionar la realidad ofreciendo al público y a sus clientes imágenes idílicas de animales sanos y cariñosos.
Por esto, nos gustaría invitar a todas las empresas que estén pensando utilizar animales reales en sus trabajos, que se paren un momento a reflexionar, preguntándose lo que realmente hay detrás del telón y si de verdad quieren alimentar este tipo de industria. Porqué el hecho de que no podamos ver un maltrato, no significa que no esté pasando.