Tratar a diario con fieras tales como leones y tigres no es tarea fácil. Está claro que interactuar con estos animales supone un riesgo para el ser humano y que por más tiempo que pases a su lado, no te asegura estar libre de ningún ataque. Muchos se han jactado a lo largo de los años de tener domados a los grandes felinos, hasta tal punto de atreverse a mostrar este dominio delante de una cámara de televisión. Pero en muchos casos, no es oro todo lo que reluce y hay que ver qué hay de cierto, qué hay de legal detrás de todo esto…
Craig Busch era el propietario de Zion Wildlife Gardens, un zoo privado de Nueva Zelanda donde viven una cuarentena de leones, tigres, guepardos y leopardos. En el 2004, Busch decidió que quería mostrar al gran público cómo era el día a día de estos animales y creó una serie documental llamada “The Lion Man”, tal como se hacía llamar a si mismo. El programa es a día de hoy, uno de los espacios televisivos de más éxito que se han producido en la historia del país oceánico y ha sido exportado a más de 90 países.
Ya se sabe que en las leyes de la televisión, los datos de audiencia dictan sentencia y debió de pensar Craig que, como Maquiavelo, “el fin justifica los medios”, pues extirpó las garras de 29 tigres y leones. Es decir, les practicó la técnica conocida como “desungulación” que consiste en mutilar las falanges de la garra desde donde nacen las uñas. Sin el peligro de que sacaran las garras, era mucho más fácil actuar, conseguir imágenes más espectaculares y retos más complicados. Un gesto de egoísmo para moldear al animal a su antojo. El show debía continuar…
Esta mutilación supone una grave aberración para la vida del animal. Los felinos usan sus uñas para rascarse, en su tiempo de ocio para jugar, para defenderse de cualquier ataque, para comer… incluso para caminar. Y es que al andar, apoyan toda la pata y, dependiendo de la poca estabilidad del terreno, emplean sus uñas de base. Así que lo que esta barbarie les genera son grandes problemas en los huesos, músculos y articulaciones, así como tremendas limitaciones en su vida. En realidad, es como si a los humanos nos cortaran los primeros nudillos de los dedos.
En su defensa, el fundador del parque se excusó diciendo que era para facilitar la interacción con los cuidadores y el equipo de grabación; que algunos ya no tenían uñas cuando los importó; que era para prevenir daños entre ellos y conservar la naturaleza del entorno… Aunque el objetivo principal era conseguir dinero para mejorar las instalaciones del zoo, no todo vale. Tras varias denuncias, el gobierno neozelandés prohibió esta cruel práctica y Busch dejó la dirección del parque. Ahora intentan lavar la imagen que dejó empezando con un cambio de nombre: el Kingdom of Zion.
Francisco Javier Barbero :
Quien vive por razones de salud – que no por elección libre – en un país donde a la tortura hasta la muerte en público de una mamífero se la llama Fiesta Nacional difícilmente se extrañará de cualquier noticia nueva, que ataña al dolor perpetrado por el animal humano al que no es humano. No es muy difícil encontrarse en la vida cotidiana española a un ser humano convertido en «bestia humana». Aquí la «normalidad» está «deshumanizada, insensibilizada y hasta «irracionalizada». Aquí no se piensa antes de actuar, no se siente al «otro»… La mayoría de las veces se cometen actos que tan sólo su atrocidad parece asustarnos. Pero al cabo de unos segundos se pasa página, se echa tierra sobre ello y a vivir, que son dos días, como dice el refrán callejero…