Creíamos haber superado la época en que lucir una cabeza de animal era un trofeo. Creíamos haber superado la época de los taxidermistas dedicados a decorar las paredes de casas, tiendas y restaurantes. Pero nos equivocábamos. Vamos a hablarles de un lugar muy cercano en tiempo y espacio.
Lérida. Navidad 2011.
Este aparador no es un montaje. Fue real. Más de un vecino se puso las manos a la cabeza al verlo. Y un vecino más valiente aún, David, contactó con FAADA para comentarnos la cuestión. ¿Qué se podía hacer? Desde FAADA recomendamos que contactaran con el Seprona, un servicio de protección a la naturaleza, para que investigara el caso. David contactó con los Agentes Rurales de Cataluña y el Seprona. Ambos cuerpos se presentaron en la tienda para saber si los animales exhibidos estaban en peligro de estinción o eran especies protegidas. Ni lo uno ni lo otro. Así que con la ley en la mano, nada se pudo hacer ante tal desagradable exhibición. Muy a nuestro pesar, las leyes no entienden de ética.
Pero David no quiso dejar el asunto zanjado e intentó que el Ayuntamiento de Lérida y su Asociación de Comerciantes hicieran algo al respecto. Pero estas entidades no movieron ni un dedo. Solo algunos medios locales se hicieron eco del asunto.
Desde FAADA no entendemos este aparador. No entendemos qué gracia tiene. Ni que invite más a la compra. No entendemos que a alguien le apetezca comprarse una chaqueta llevada por la cabeza de lo que fue un ciervo vivo. Porque la lógica nos dice que lo han acribillado para poderle cortar la cabeza y que hoy luzca en este aparador. En el medio de Lérida. ¿Dónde quedó nuestro respeto hacia los animales? ¿Por qué querer matarlos para lucirlos? ¿Hace falta ridiculizarlos humanizándolos con nuestros trajes de esta forma tan mezquina? Y al final, ¿para qué? ¿Para vender una chaqueta más?