En los últimos días hemos tenido una gran cantidad de casos de producciones audiovisuales en las que han utilizado animales salvajes reales. Sorprende que, a pesar del abanico cada vez más fácil y amplio de alternativas, todavía haya personas, productoras y publicistas que prefieran explotar a un animal para atraer clientes.
Todavía más asombroso resulta el hecho de que, en muchos casos, se califique de “centro de rescate” a las empresas de alquiler de animales. Incluso personas que no están de acuerdo con la explotación animal, desconocen la realidad de estos lugares y prefieren creer lo que las propias empresas dicen para ocultar su esencia: se dedican a utilizar animales salvajes con el único fin de lucrarse.
No se trata tan sólo de si los animales comen bien o tienen atención veterinaria, que parece lo básico para determinar si un animal “está bien cuidado”, sino que se trata del origen de esos seres vivos, de las consecuencias indirectas y de los problemas que conlleva ser considerado un simple “objeto de valor”.
Empezaremos explicando lo que es un verdadero centro de rescate: es un lugar donde se recibe a un animal salvaje con el fin de habituarlo para regresar a su hábitat natural. Además, secundariamente, tiene como objetivo educar, divulgar, investigar y ejercer acciones para reducir la explotación de los animales y de su hábitat.
Analicemos pues, si un centro que mantiene animales para alquilarlos en rodajes, sesiones fotográficas y fiestas privadas, podría ser un centro de rescate:
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