En los últimos años, a raíz de una creciente concienciación general sobre las implicaciones del uso de animales en el sector audiovisual, hemos podido apreciar en España una disminución de anuncios y programas de televisión que hacían uso de los mismos.

Pero hay un programa que aún se resiste: Gran Hermano.

Por increíble que parezca en 2018, los responsables del format estrella de Telecinco no encuentran recurso más original para su programa que la explotación animal. Así que, un año más, hemos visto entrar en la casa un avestruz, una llama, un asno, varias cabras y una vaca.

Algunos de ellos han tenido que permanecer en la casa solo el tiempo que duraba la noche de gala, pero la mayoría siguen encerrados allí dentro y en manos de concursantes que ya han dado ampliamente muestra de no tener ninguna competencia en manejo de animales ni formación en bienestar animal.

No importa que desde el programa se haya intentado gestionar las críticas en redes indicando que los animales están supervisados por un veterinario (también lo están en las explotaciones intensivas o en los mataderos), el sólo hecho de tener que ser transportados y forzosamente emplazados en un entorno que en nada se parece al suyo natural, además de ruidoso y lleno de luces y personas, implica para ellos un fuerte estrés.

Por no hablar del mensaje y de los valores que trasmite un programa de este tipo: que los animales están aquí solo y exclusivamente para nuestra diversión. Algo que no solo los degrada, sino que también desensibiliza y desconecta a la sociedad ante los actos de explotación y maltrato a los que se ven sometidos en diferentes ámbitos.

El solo hecho de que una vaca en lactancia haya tenido que ser separada de su cría para que los concursantes del programa puedan ordeñarla en directo, debería hacer reflexionar sobre el poco valor que desde la cadena se otorga al vínculo madre-hijo, así como a las consecuencias psicológicas que ambos pueden sufrir a raíz de un destete temprano.

En la era de las redes sociales y de las nuevas tecnologías ya no se necesita recurrir a un burro o una vaca para llamar la atención de los telespectadores, y el rechazo social que el uso de estos animales en Gran Hermano está generando, es una muestra de ello (como demuestra, por ejemplo, esta petición en Change.org).

Así que queremos invitar a los responsables del programa y Jorge Javier Vazquéz, a reflexionar sobre el mensaje que están transmitiendo y a valorar la posibilidad, considerando que cuentan con una audiencia de millones de personas, de aprovechar esta plataforma para transmitir un mensaje real en beneficio de los animales. Desde FAADA podemos darles muchísimas ideas y estamos seguros que el público español no dudaría en aplaudir este cambio de rumbo.