«La Leyenda de Tarzán» es una película que se desarrolla principalmente en la selva, y cuenta con numerosas escenas de acción protagonizadas por animales salvajes  – gorilas, leones, elefantes y más.

Pero tenemos buenas noticias: ni un solo animal real fue explotado para esta súper producción.

La película – así como los anteriores blockbuster “Noé” y “El Libro de la Selva” – demuestra claramente que Hollywood, y el mundo del espectáculo en general, ya no necesitan animales reales porque los resultados de las nuevas tecnologías son sencillamente espectaculares.

David Barron, productor de la película, explica que en el caso de “Tarzán” utilizar animales reales resultaba sencillamente imposible: «No podíamos utilizar animales de verdad porque no se puede conseguir que grandes felinos, elefantes y grandes simios, hagan lo que tú quieras tratándoles de la forma en la que deben ser tratados.”

Y con los avances de la tecnología además, tampoco es necesario. Los animales en CGI hacen exactamente lo que se les pide y cuando se les pide. Tienen el mismo aspecto de los animales reales pero no han sido condenados a una vida en cautividad, ni entrenados con la violencia, ni separados de sus progenitores ni tendrán que ser descartados una vez se hagan demasiado grandes o fuertes.

El supervisor de efectos especiales Tim Burke colaboró con varias empresas de efectos especiales para llevar los animales protagonistas de “Tarzán” a la gran pantalla.

Y todos los equipos de las diferentes empresas empezaron a trabajar de la misma manera: mirando documentales de animales salvajes con el objetivo de estudiar sus comportamientos naturales. Algo que hizo posible recrear los movimientos de gorilas, leones, elefantes, gacelas, cebras, hipopótamos, avestruces, ñus, y cocodrilos en el estado salvaje.

Tal y como explican, las técnicas para recrear piel, plumas y pelo de los animales han mejorado muchísimo en los últimos años, y el trabajo más delicado consistió en conseguir que un gran número de animales “actuara” junto a las personas.

Para grabar estas escenas, en lugar de los animales se utilizaron dobles especialistas que llevaban un traje gris y tenían una medida parecida a la de los animales en cuestión.

“No tenían que moverse exactamente como un gorila – explica el director Wayne McGregor – sino más bien, encarnar la esencia de ser un gorila. Esta disciplina implicaba dejar de pensar como un humano, algo que nos llevó a realizar varios workshops para entender exactamente lo que esto significa.”

Esto resultó de hecho ser lo más duro para los dobles, ya que “la inclinación natural de una persona, sobre todo en las escenas de lucha, es la de moverse como un humano.”

Y no solo los animales fueron recreados en CGI, sino en algunas ocasiones también los actores humanos.

En la famosa escena de Tarzán saltando de un árbol al otro por ejemplo, la única manera de obtener la distancia, velocidad y fluidez deseadas era “pidiendo la ayuda” de los CGI e inspirándose a los artistas del Cirque du Soleil.

En definitiva y tal y como nos demuestran los máximos especialistas del sector, los CGI son el presente y el futuro del mundo del espectáculo. Y la explotación de los animales reales, el pasado.

Fuente: The Journal