Los animales gustan. Y los vídeos de animales salvajes también. Especial atención se suele poner en éstos si los animales están realizando algún comportamiento extravagante, si tienen un físico peculiar o si se relacionan con otras especies.
Es muy común que este tipo de vídeos se hagan “virales” y que incluso la persona que menos comparte y que menos publica en su muro, sucumba a la tentación de colgarlo o enviárselo a su amigo o a su tía. Incluidos muchos amantes de los animales.
Nos emocionamos con la belleza, exotismo o humanidad de los animales en cuestión. Pero nos fijamos tan sólo en los individuos que aparecen y en lo que hacen. Sin embargo, pocas veces uno se da cuenta de que hay una señal, ya sea unos barrotes, un césped bien cortado o un coche aparcado; de que el entorno en que se han grabado las imágenes implicaba cautividad.
Tampoco es muy frecuente que alguien se pregunte por qué un ocelote (que vive en América) aparece jugando con una hiena (que vive en África), por qué un cordero va a necesitar que un perro le dé el biberón o por qué una cría de tigre está sobre un sofá.
Y menos aún nos cuestionamos si lo que parece una sonrisa o expresión de placer, lo es o en realidad es la forma de su mandíbula (véase un delfín) o una expresión de miedo (véase chimpancé o este loris perezoso). Los loris perezosos, por cierto, levantan sus brazos de esta manera cuando tienen miedo y con la intención de protegerse exponiendo las glándulas venenosas que tienen en sus codos.
Como en todo, existen excepciones y, gracias a las maravillas de la naturaleza, también en grabaciones de vida salvaje pueden verse cosas sorprendentes. Es posible que un animal viva en cautividad porque se ha rescatado, y que necesite alimentación artificial porque su madre lo ha rechazado. Pero, por desgracia, lo más común es que en estos vídeos “virales” las imágenes provengan de zoos, de circos, de falsos centros de rescate o de particulares con gustos especiales y ética cuestionable. Y un centro de rescate REAL no tendría a los animales salvajes dentro de una casa, una oficina, ni dejaría que un orangután diera el biberón a una cría de tigre.
En todo caso, sería bueno que, cada vez que los veamos, analicemos si ese comportamiento tan gracioso es natural o fruto de una enfermedad, o consecuencia de años y años de maltrato y privaciones, o si esa bonita relación entre dos especies diferentes se debe a que alguno de los dos se ha rescatado o a que se han criado para ser explotados, por ejemplo para la industria audiovisual.
¿A quién no le gusta ver cachorritos? ¡Pues en estos vídeos también los tenemos! En la naturaleza, las crías de la mayoría de especies que aparecen en las imágenes (suelen ser mamíferos), permanecen con sus madres cierto tiempo, maman y se esconden de cualquier extraño. No es muy sencillo obtener buenos planos de ellos en estado salvaje. En los centros de rescate reales, se intenta por todos los medios posibles que los habitantes no tengan descendencia porque suelen haber problemas de espacio y de recursos. En los centros de recuperación para reinserción de especies en peligro, se interfiere al mínimo con los procesos naturales de los animales, con el objetivo de poder ser reintroducidos en su hábitat (es decir, no les separarían de sus madres ni darían biberón). Los cachorros que vemos se han criado expresamente para ser explotados. Se utilizan como reclamo para que las personas acudan al centro a fotografiarse con ellos, o se venden a otros lugares a los que “les falta” esa especie, o a particulares que encuentran “fantástico” presumir de llevar un animal salvaje en su coche o en el regazo de sus hijos.
Cuando veamos un cachorro, además de ver algo hermoso, pensemos en su destino, dónde y cómo va a vivir. Pensemos en su pasado, de dónde viene y cómo han tratado a su familia. ¿La madre ha parido una vez o ha parido cada temporada sin descanso? ¿La madre vive a su lado o les han separado? ¿Ha sido alimentado de forma natural y su familia le ha enseñado pautas de comportamiento de la especie? ¿Mantiene toda la esencia de su especie o se le ha mutilado acorde a los gustos de sus propietarios? ¿Vive en el lugar dónde nació o le han trasladado cinco veces en camiones y aviones? ¿Son sumisos por naturaleza o se les ha “enseñado” a obedecer?
No todo lo que hacemos o vemos ha de ser educativo o ha de tener un objetivo solidario. Pero tampoco podemos dejar que nos manipulen la mente poco a poco con este tipo de cosas. Es muy fácil aprovechar la curiosidad o amor innato que sentimos las personas hacia el resto de los animales para ir dejando una huella en nuestro cerebro con un mensaje falso: la explotación y el sufrimiento animal son aceptables. Además, en muchos casos se crea en nuestra mente una «necesidad» de tener una de esas preciosas o graciosas criaturas en nuestra casa, perpetuando el tráfico de especies y fomentando la tenencia de animales exóticos (véase mascotismo).
La próxima vez que veas a un orangután con una cría de tigre blanco o a un gato jugando con un delfín; mira más allá.
Si compartes estos vídeos, añade información sobre su origen y localización, ¡denuncia la cautividad!
Un comentario en “Los preciosos vídeos virales…de animales explotados (Parte I)”
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