La película “Mia y el león blanco” se estrenó en las salas cinematográficas el pasado 12 de abril.

Además de hablar de la historia de amistad entre un león y una niña, el objetivo de la misma es, según sus creadores, promover la conservación de estos animales y disuadir a las personas de interactuar con ellos. Desafortunadamente la realización de la película parece abogar exactamente por lo contrario.

Para el rodaje, el director de nacionalidad francesa Gilles de Maistre trabajó con Kevin Richardson: el hombre, conocido como el «susurrador de leones” afirma ser un activista de la vida silvestre, pero los animales de su centro han sido en gran mayoría comprados y nunca volverán a vivir en libertad.

Para la película, Richardson adquirió 6 crías de león recién nacidas (2 machos y 4 hembras) del Ukutula Wildlife Park en Sudáfrica, para que se pudieran “improntar” con los actores de la película.

Este centro es tristemente conocido por ser una “puppy mil” de leones que envía a los animales a zoológicos o al “Kunkuru”, su rancho de caza enlatada, cuando ya son demasiado mayores para interactuar con los turistas.

En 2014 una ex voluntaria del Ukutula Wildlife Park habló públicamente de su experiencia en el centro, explicando cómo tuvo que cuidar de crías de león que habían sido arrebatadas de su propia madre. Explicó además que por la noche los animales eran encerrados en pequeñas jaulas sin comida ni agua, y que durante el día eran pasados de mano en mano entre grupos de turistas, algo que, obviamente, ningún centro de rescate real permitiría nunca.

En definitiva, resulta muy difícil entender cómo un activista y un director de cine que pretenden abogar por los derechos y la libertad de estos animales, deciden alimentar a la misma industria que los explota.

Ni cómo hayan podido elegir utilizar animales reales – enviando el mensaje muy equivocado que los leones pueden ser “actores” – cuando hoy en día las nuevas tecnologías permiten lograr efectos brillantes (tal y como demuestran blockbuster de gran éxito como Dumbo, El Planeta de los Simios o La Leyenda de Tarzán).

Foto: Filmaffinity